jueves, 1 de agosto de 2019

Una nueva forma de relacionarnos con el aprendizaje gracias a la Interfaz Natural del Usuario



No os dejéis engañar por lo aparentemente sofisticado del término. Pese a que pueda parecer una denominación propia de la literatura de ciencia ficción, la Interfaz Natural del Usuario (INU o NUI según sus siglas en inglés) es una tecnología sofisticada pero de uso tan cotidiano que a duras penas se le presta la más mínima atención. Y es que la INU es una tipología de interfaz de usuario que interactúa con un sistema a través de sus movimientos corporales. O, tal y como la conocemos y usamos a diario muchos de nosotros en su variable más prototípica, una INU es, por ejemplo, una pantalla multitáctil de cualquier tableta o teléfono móvil al uso, un programa informático que es activado y direccionado por la voz del usuario como pueda ser Siri o, también, un sistema de captación de movimiento como los que usan algunas plataformas de videojuegos. Pero, disipadas las incógnitas que su poco conocido nombre técnico pueda generaros, os estaréis preguntando ¿de qué forma puede afectar este tipo de interfaz, y no otra, a nuestra forma de aprender?


Del comando al cuerpo: breve historia de la gestión de interfaces

A principios de la década de los 70 del siglo pasado, el sistema operativo informático Unix estandarizó la línea de comandos como mecanismo para que los aún muy escasos usuarios de ordenador pudiesen relacionarse con sus dispositivos. Fueron las primeras interfaces de línea de comandos, cuyo uso se extendió meteóricamente hasta convertirse en un estándar gracias a la irrupción de los ordenadores personales en las vidas cotidianas de muchas personas a la década siguiente, a través de sistemas operativos como DOS o CP/M. Pero al poco tiempo, la empresa Apple adoptó una nueva interfaz, más intuitiva y sencilla en su uso, que comprendía elementos gráficos que a su vez permitían controlar la interfaz a través de un dispositivo externo: el ratón. No era algo nuevo, ya que de hecho, y según parece, el primer movimiento en este sentido data de 1973 con Xerox Alto, pero Apple lo pulió y popularizó con tanto éxito que pronto fue su principal rival, Microsoft, quien adoptó la interfaz gráfica como sistema de funcionamiento para sus sistemas operativos. Un paso adelante hacia lo que, de forma inadvertida, ha terminado siendo la que probablemente sea la más intuitiva y fácil de utilizar de todas las interfaces creadas hasta el momento: la natural. Aunque, en justicia, tampoco era esta una tecnología rabiosamente nueva, ya que en las pasadas décadas de los 70 y los 80 Steve Mann, considerado el fundador de la tecnología wereable, inició sus experimentos sobre como interaccionan humanos y máquinas pero que, en todo caso, saltó a la palestra de la mano de los primeros teléfonos móviles con pantalla táctil en el año 2007.

Usos educativos de la Interfaz Natural del Usuario

Desde aquel entonces, la facilidad de uso de estas interfaces las ha convertido en prácticamente omnipresentes para una parte importante de la ciudadanía y, pese a que su uso se ha dado especialmente para fines sociales y/o lúdicos a través de los videojuegos, cada vez son más las voces que abogan por su implementación en entornos educativos. Por los siguientes motivos:
Lo intuitivo de su utilización reduce enormemente la distancia entre los llamados nativos e inmigrantes digitales y que, por su facilidad, los dipositivos que funcionen a través de una INU pueden ser utilizados por usuarios de todas las edades y prácticamente de cualquier lugar del mundo, independientemente de los conocimientos informáticos que tengan en su haber.
Permite un grado de realismo en la intervención de los usuarios sobre un entorno virtual que puede ser muy útil en determinadas áreas del conocimiento, que requieren de un importante aprendizaje práctico. Es el caso de los estudios relacionados con la medicina o lo quirúrgico, en los que gracias a las INU los estudiantes pueden interactuar con un entorno ficticio físicamente, y tal y como lo harían en su vida real pero sin ninguna de sus consecuencias. Igualmente, y en comparación con dinámicas de rol en vivo, el grado de realismo de estos entornos virtuales permite que más allá de la mentada falta de consecuencias la diferencia entre este y un entorno real sea escasa.
Su utilización puede permitir que personas con discapacidades, incapaces por este motivo de asumir ciertas tareas formativas sin ayuda, puedan tener un mejor y más fácil acceso al aprendizaje de conocimientos y, en algunos casos, también a su puesta en práctica. Bajo esta perspectiva, viene a la mente la utilización de esta interfaz a través de la voz como en el mentado ejemplo de Siri pero no faltan las investigaciones sobre INU que buscan traducir a táctiles tres dimensiones textos inicialmente planteados en sólo dos, facilitando la lectura en braille de contenidos no planteados inicialmente para invidentes.
Aunque algo polémica por desproveer del tacto real a sus usuarios, su aplicación también puede darse en el aprendizaje de disciplinas artísticas que, como la escultura, requieren de una infraestructura complicada y costosa para muchos. Una situación que puede verse facilitada a través de entornos virtuales gestionados por una INU y que, incluso, abre la puerta a un trasvase del resultado virtual de la actividad del usuario a la realidad gracias al uso de una impresora 3D.

Aplicaciones algunas de las cuales pueden parecer distantes en el tiempo, pero que empiezan vislumbrarse como parte de un futuro muy próximo en el que no faltan la medición de olores que son traducidos a dígitos para, así, ser traducidos a información digital transportable a otros dispositivos, para nuevos usuarios. Tiempo al tiempo.

Veamos un video:



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